Jueves 24 de julio (7ª de abono)

Puerta Grande para Fandi, en tarde donde la faena más torera fue de El Cid

Plaza de Toros de Valencia. Jueves 24 de julio. 7ª de Feria. Lleno. Cinco toros de Manolo González (1º bis) y uno más de Zalduendo (4º bis), correctos de presentación, nobles y con calidad con calidad en conjunto aunque justos de raza. El mejor el 5º, premiado con la vuelta al ruedo. Los banderilleros Alcalareño y David Saugar 'Pirri', de la cuadrilla de El Cid, se desmonteraron tras parear al quinto toro.

Enrique Ponce, saludos tras aviso y bronca.
El Cid, silencio y oreja con petici
ón de la segunda.
El Fandi, oreja con petición de
la segunda en ambos.

Valencia (Esp.).- Puerta Grande para David Fandila El Fandi en Valencia que sin duda ninguna la obtuvo después de una tarde en la que el público valenciano se empeñó desde el comienzo, en sacarlo a hombros, y hasta que no lo logró, no paró. El público que llenó en su totalidad el aforo del coso para ver a Ponce, El Cid y El Fandi en el tercer cartel importante de la feria, anduvieron durante todo el festejo enfandilados con el granadino y por ello, le concedieron los máximos honores haciendo uso de su voluntad soberana y concediendo una oreja en cada uno de sus oponentes. Premio que destacaba sobre todo el toreo de capa y con las banderillas de Fandi ya que después, en la muleta y salvo momentos muy contados en el tercero de la tarde, David no lo terminó de ver claro o al menos no lució con la claridad y contundencia de las que siempre hace gala mientras desarrolla su lidia. Al menos, a él hay que agradecerle que trajera después de dos tardes de mosqueo general, la alegría a lo tendidos, sobre todo con un tercer toro al que, si bien le faltó fuerza y raza, lo cuidó desde el principio y le cuajó un tercio de banderillas, fácil, en el que exhibió de nuevo sus pletóricas facultades, poniendo al público de su parte. Después, en la muleta, el diapasón emotivo de la lidia cambió y Fandi no pasó de bullidor con las telas logrando en algunos momentos templarse en el toreo en redondo. De más a menos en interés y emoción, la faena terminó con unos alardes encimistas que enardecieron a un público entregado, lo que propició la petición y concesión del trofeo. En el que cerraba plaza su actuación fue muy similar. Salió Fandila en este sexto a redondear una tarde que se le había puesto de cara y por ello lo recibió de rodillas en las tablas ganándole terreno hasta rematar en los medios con torería y garbo. Toreo templado y de muñecas bajas que con suavidad logró alcanzar uno de los momentos más elegantes de su actuación en esta tarde. En banderillas explotó de nuevo Fandi, esta vez con mayor ímpetu, autoridad y convicción, gracias al buen tranco del animal que codicioso y alegre acudió a los cuatro embroques con el granadino. Clavó pares intercalando moviolas, pares de dentro a fuera y por los adentros -muy arriesgado este último- que enloquecieron al público y lo rindió a la causa. Después, con la muleta, volvió a ser otra historia. El toro se paró, embistió con la cara a media altura y Fandi tampoco terminó de verlo nunca claro. Esforzado y valiente, sin apenas lucimiento por ninguno de los dos pitones, posiblemente equivocó el planteamiento de la faena al empeñarse en cuajar el toro en las cercanías, lo que dio al traste con cualquier posibilidad de gustarse con las telas en una media distancia. Rubricó el insulso trasteo de una estocada arriba y a él le fue a parar la oreja con la que abría la puerta grande de Valencia, cumpliendo así, su objetivo.

El que toreó de verdad, en cambio, y dejó la faena de la tarde además de una de las más importantes del ciclo fue el diestro sevillano Manuel Jesús El Cid, con el buen toro quinto de Manolo González. Un astado bien hecho, bonito de hechuras que no peleó en el caballo, pasando inédito por los montados. Se vino arriba el astado en banderillas, propiciando el lucimiento de Alcalareño y llegó al último tercio con emoción en su embestida, además de codicia, recorrido, nobleza, clase y buen son. Ante él, El Cid planteó una faena completa por ambos pitones con series poderosas, de mano baja, templadas, con ritmo, cadencia y sentimiento. Faena artista, siempre a más, que arrancó los olés más rotundos de la tarde, llegando los mejores pasajes con el toreo en redondo y con un tres en uno que hizo vibrar Valencia. Generoso Manuel Jesús con el buen toro de González intentó matar con honores de bravo al astado en los medios, pero pinchó. La estocada arriba al segundo intento, le permitió cortar una oreja de peso. Pero la sinrazón llegó con la decisión del palco al confundir un buen toro con un toro de vuelta al ruedo en plaza de primera. Y vino precisamente cuando le dio la vuelta póstuma a este “Casibueno” de Manolo González herrado con el nº 122 y de 525 kilos. No se comprende como ni los asesores artísticos del palco frenaron el despropósito del presidente pues nunca se debe dar un premio póstumo tan importante, si la res ni siquiera ha peleado con dignidad y bravura en el caballo. Con esta decisión pareció más bien que el usía quiso hacer las paces con Valencia después de ser él, el protagonista de la tarde de Juli en la que el ganado fue un autentico y lamentable saldo. Una lástima para el prestigio del coso. Y antes de la faena importante de Cid con el quinto, ante el segundo de la tarde, también manejable aunque justo de raza y calidad, el sevillano solo pudo estar pulcro y aseado cuajando muletazos sentidos por momentos, pero que tampoco cobraron relieve por la escasa transmisión del toro, diluyéndose a medida que pasada el tiempo cualquier posibilidad de triunfo.

Finalmente el valenciano Enrique Ponce, que hacia su segundo paseíllo en esta feria, vio como pasó inédito por Valencia después de corresponderle una mal lote. Con un primer toro desrazado aunque noble, Ponce trató de encelar al toro en la muleta y de ese modo, sólo en sus manos sirvió para lucir elegantemente su toreo a media altura y en un medio recorrido de la res. No terminó de alzar el vuelo la faena por la falta de transmisión del toro lo que obligó a firmar un intermitente trasteo en que el lucimiento surgió solo en algún muletazo suelto. Mató defectuoso y saludó cortésmente a una afición todavía entregada. Después, en el cuarto, cambió el signo de la tarde y la actitud del público con su paisano hasta abroncarlo al finalizar la lidia de este toro. Con un sobrero de Zalduendo, justo de raza, casta y manso, al que se le pegó fuerte e injustificadamente en el caballo, Ponce trató de hilvanar una faena imposible. Tardo, cortando el viaje y defendiéndose el toro, éste puso en aprietos al valenciano, lo que le obligó a firmar una faena breve y voluntariosa que no terminó de encajar en un tendido que finalmente se disgustó seriamente con el valenciano.
Texto : Alfonso Sanfelíu