Enrique Ponce, silencio en ambos.
Sebastián Castella, silencio tras aviso y oreja.
Cayetano, silencio tras aviso y dos orejas tras aviso
Valencia (Esp.).- Con la tarde casi vencida y después de ver como cortaba un trofeo Sebastián Castella en el quinto tras una actuación importante y firme, Cayetano Rivera salió a recibir al que cerraba plaza arreado, fibroso, con ganas de dar la vuelta a una tarde sombría y de poco arte, que no se le podía escapar.
Y convencido de sus posibilidades, hincó la rodilla -como lo hacía el gran Ordóñez- en el suelo y jugando los brazos con señorío y sentimiento, acompasó la embestida del toro de Zalduendo cuajando un vistoso ramillete de verónicas rematadas en el centro del ruedo con una larga cambiada torera y muy templada. Esa fue su declaración de intenciones que hicieron que un publico, rendido a él y sus encantos, le tributara una cerrada ovación. Cayetano asumió a partir de ahí la lidia completa del astado, y con total autoridad fue dándole al codicioso y noble toro, todo lo que éste pedía creciendo en intensidad la obra conforme avanzaba la lidia. Tras brindar la muerte del astado al Soro, comenzó rodillas en tierra un trasteo intenso de más a más. Faena en la que desarrolló un concepto del toreo puro y ortodoxo, moviéndose fiel a sus genes entre el toreo de Ordóñez y la entrega, valentía y el pundonor de Paquirri. Muletazos citando de frente, con la muleta por delante y en la larga distancia, para lucir la embestida del animal, se hilvanaban con pases en redondo de buen trazo, mano baja, temple y ritmo. No regateó esfuerzos a la hora de crear espectáculo con el toro y belleza en su interpretación del toreo, logrando a medida que avanzaba la faena una conexión perfecta entre él, el toro y un publico entregado. Si lucidas fueron las tandas sobre la diestra, al natural también logró pasajes de plasticidad pura y ortodoxa en la que enfrontilado y con la muleta por delante intentó siempre enganchar al toro del hocico y llevarlo hasta la cadera rematando detrás. En ocasiones pudo hacerlo así y en otras quedó en un intento, pero el toreo, no lo olviden los más puros, es también pasión y hoy, en Valencia y después de un festejo aburrido hasta el quinto de la tarde, el publico soltó su pasión y malhumor por lo que había sufrido hasta el momento y optó por emocionarse ante uno de sus ídolos. Cayetano fue listo en esto, y dio una lección del dominio de la escena y del ambiente, dando a todos, lo que en su momento querían. Su entrega en busca de la puerta grande llegó a tal grado que hasta cuando el toro extenuado no embistió, optó por un arrimón entre los pitones redondeando una faena completa y compacta ante un buen toro de Fernando Domecq. El cierre de faena con pases de la firma cerrándose en tablas fueron carteles de toros llenos de temple y después la estocada, derechito como una vela para lograr el doble trofeo. Puerta Grande y una más de las importantes de España, en el esportón de la temporada.
Con el tercero, el zapatito que se coló de rondón entre los seis toros a lidiar muy bonito de hechuras pero que apenas dio en báscula
Texto : Alfonso Sanfelíu